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12-06-2004

Pixies: El mono volvió del cielo



Han pasado doce años desde que en 1992 los bostonianos Pixies dieran sus últimos conciertos como teloneros de la gira Zoo TV de U2. Una maniobra con la que pretendían conseguir un reconocimiento masivo por parte del público que ya se merecían desde cinco

Han pasado doce años desde que en 1992 los bostonianos Pixies dieran sus últimos conciertos como teloneros de la gira Zoo TV de U2. Una maniobra con la que pretendían conseguir un reconocimiento masivo por parte del público que ya se merecían desde cinco años atrás.
Las expectativas fallidas que se crearon con la edición de "Trompe le monde", unidas a las tensiones internas cada vez mayores -sobretodo entre las dos personalidades más fuertes de la banda, las de Kim Deal y Black Francis-, llevaron a la desaparición de una de las bandas claves de la historia del rock. Y es que, si analizamos la evolución seguida por la música rock desde aquel ya lejano 91, en el que se editó su último álbum, uno se puede dar cuenta que Pixies ha sido una de las bandas más influyentes sobre el rock más o menos independiente de la década pasada y de lo que llevamos de esta. Han sido doce años de bandas en unos casos continuadoras, en otros casos plagiadoras, y en otros muchos, directamente calcos. El nombre más claro, y por poner un ejemplo como cualquier otro, es Nirvana, la banda que se llevó el pastel que se merecían por derecho propio todas las bandas batalladoras de EEUU que abrieron camino en los 80, desde Black Flag y Hüsker Dü a Pixies y Dinosaur Jr. Habían sacado su sonido en buena medida de esa rabia contenida de "Surfer Rosa" junto a esa fórmula de "ruido-relajación" del "Doolittle" que tan bien perfeccionaron los Pixies, entre otras influencias.

Me atrevería a afirmar incluso, sin creer estar diciendo ninguna exageración, que Pixies fue la última gran banda realmente innovadora en el rock, no limitándose a calcar y copiar sonidos, una característica del rock de los 90, si no aportando tanto un universo propio como un sonido totalmente novedoso en su momento, camuflando a la perfección sus influencias, y creando un auténtico “sonido Pixies”. Un sonido resultado de mezclar en una coctelera cosas como el hardcore americano inmediatamente anterior a ellos, con el surf instrumental, con el pop de toda la vida, con el rock de Neil Young o Bowie -del que se declaraban auténticos fans- con la música caribeña que tanto escuchó Black Francis en su juventud mientras vivía en Puerto Rico, y con otros muchos sonidos, como ejemplifica el anuncio que pusieron en un periódico local buscando bajista: "Se busca bajista para grupo en la onda de Hüsker Dü y Peter, Paul and Mary".

Pero no sólo el aspecto musical es lo que caracterizaba y diferenciaba a los Pixies. La imaginación y las obsesiones de Black Francis crearon un universo propio repleto de deformes y freaks, con un culto al "feísmo", en su primera etapa, para pasar a una obsesión casi enfermiza por los extraterrestres y la ufologia en sus dos últimos discos. Todo ello aderezado con unas preciosas portadas cuidadas al máximo que te sumergían en su mundo completamente. Y lo más importante, es que esas letras llegaban a ser creíbles con estos cuatro tipos que no eran "rock stars" al uso, sino todo lo contrario. Podían ser cualquiera de sus personajes: Ed (que está muerto), Jose Jones (que era amigo de Paco Picopiedra), Allison o Velouria (que bajan de las estrellas directas a tomarse una cerveza en el bar) o Carol (que tiene una máquina en sus huesos) y todos reunidos tocando canciones en la Isla de Encanta.

El caso, es que doce años después de todo aquello -añorándolos, lamentando los plagios e imitaciones y, por parte de algunos que éramos pequeños en aquella época, con la espina clavada por no haber podido verlos nunca en directo- se reúnen para una gira, probablemente impulsada por la necesidad urgente de dinero, dada la irregular suerte que corrieron por separado... Y lo que es más sorprendente: ¡Vienen a España!

El temor a un resultado patético que manchara un mito -como hemos podido "sufrir" bastantes veces de un tiempo a esta parte, sobre todo ahora que están tan de moda las reuniones- planeaba entre muchos de los asistentes a este Festimad 2004. Las noticias que venían de Barcelona -donde tocaron la noche anterior en el festival Primavera Sound- eran de lo más alentadoras... Obviamente la expectación creció más aún si cabe.

Tras la espera de rigor, aparecían sobre el escenario Black Francis (se quitaba la careta de Frank Black de los últimos diez años), Kim Deal (con algo más de peso pero igual de guapa que siempre), Dave Lovering (menos pelo pero sin que pasara el tiempo por él) y Joey Santiago (con gafas y, definitivamente, sin pelo). La histeria colectiva se desató con los primeros acordes de "Where is my mind?", una canción quizá algo fría para empezar, pero con un publico tan entregado como estaba el del festival, daba igual con cual comenzara su show. Cabe destacar que durante los primeros temas de la actuación se echaron en falta algo de watios, problema que enseguida fue subsanado por la mesa de sonido, para sonar el resto de concierto rozando la perfección. Visto de otra forma, fue un buen comienzo para ir entrando en calor, porque inmediatamente después atacaron "Nimrod's son" y "Vamos", de su primerizo mini-LP "Come on pilgrim", y ya el público se terminó de desatar, con las habituales avalanchas en este tipo de actuaciones "masivas" que llevan a no poder concentrarte en el concierto en sí, si no en no caerte al suelo, que no es poco. Es el mayor lastre de los festivales, pero visto lo visto, no nos queda otro remedio que soportarlo si queremos ver a las bandas más importantes que giran por Europa. Una pena no poder disfrutar de estos grupos en mejores condiciones.

Por la forma de tocar las canciones, es como si hubieran venido por un agujero en el tiempo directamente desde aquel 92 hasta el presente. Sonaban frescas y probablemente con la misma fuerza con la que sonaban en aquellos años. Black Francis gritaba como si estuviera grabando en Fort Apache en el 87, con una magistral forma de interpretar los temas, pasando de la rabia más absoluta a la dulzura, gracias a los coros angelicales de Kim Deal.El suyo es uno de los contrastes de voces más bonitos y conseguidos de la historia, y en la mágica "Gigantic" tomaba el protagonismo Kim Deal, con todo el público coreando la canción de principio a fin, y con la de Ohio repartiendo sonrisas como llevaba haciendo todo el concierto. Daba una sensación de incredulidad y felicidad que realmente se contagiaba. Y esa es otra de las notas del concierto: la presencia de los cuatro. Sin apenas moverse de posición durante toda la actuación fueron capaces de hacer gritar y bailar a los miles de espectadores, sin artificios vacíos y poses exageradas como otros grupos.

El magnetismo que desprendían es difícil de explicar, sobre todo el de Joey Santiago. Este hombre sí que es un auténtico extraterrestre, además de un guitarrista absolutamente infravalorado, tal y como pudimos ver sobre el escenario. Quizá sea él el verdadero responsable de ese sonido tan característico de los Pixies, aunque esté siempre en un segundo plano, pero la pasada noche dejo bien claro cual es su papel en el grupo. Pudimos ver como se conseguían esos sonidos de guitarras que tantas veces escuchamos en sus discos y nos brindó una "performance" en "Vamos", con la ayuda de Lovering y su baqueta, realmente sorprendente.

De esta manera, atacaron un repertorio quizá algo desordenado en cuanto a intensidad de los temas, como hecho aleatoriamente (de hecho, en crónicas de la época se leen excentricidades al respecto como la de interpretar las canciones por orden alfabético, por lo que no es de extrañar que así fuera también en esta ocasión), pero casi perfecto, en realidad como podría haber sido cualquier otra elección de canciones, ya que de éstas andan verdaderamente sobrados. Se echaron en falta muchas, cosa normal por otra parte, pero sobretodo una: "Wave of Mutilation" (¿quizá la dejaron para un bis que no llegaron a hacer?). La elección de temas, se centró principalmente en "Come on Pilgrim", "Surfer Rosa" y "Doolittle", tocando únicamente "Velouria" del LP "Bossanova" y "U-Mass" y la emocionante versión de Jesus And Mary Chain, "Head on", de su último LP "Trompe le monde".

El disco más recordado fue su aclamado "Doolittle" que lo interpretaron casi al completo y que incluyó momentos culminantes como "Monkey gone to heaven", "Hey", "Gouge Away", "Here comes your man" y por supuesto, su himno "Debaser" que fue el momento cumbre de la actuación. Además de los nombrados anteriormente, otros temas que tocaron fueron "Caribou", "Dead", "I bleed", "Broken face" y "Bone machine". Para finalizar, tras 55 minutos de actuación tocaron una rabiosa "Tame" que dejó a todo el mundo con ganas de más. El bis se antojaba necesario, pero cual fue nuestra decepción al ver como los técnicos apagaban los amplificadores. Desconozco las razones de la ausencia de bises -que sí tocaron en Barcelona- pero también nos hace ver que los "institucionalizados" bises, que ya damos por hechos en cada concierto, no siempre tienen por qué hacerse y hay que "ganárselos" por parte del público. Aún así, es el ejemplo perfecto para aplicar aquello del "lo bueno si breve, dos veces bueno" ya que nos dejaron esa sensación de querer más, pero a la vez de satisfacción y felicidad. Aunque por otra parte, se podía entender el enfado de la gente que vino a ver exclusivamente a los Pixies, que fueron muchos, y la relación precio de entrada con lo visto, salía un poco cara. Pero era un festival, y ya se sabe a lo que se va. La pena es, como decía antes, que no podamos disfrutar de estas bandas en un lugar bien acondicionado y sin más bandas que la banda a la que queremos ver.

En definitiva, después del grunge, del noise, del "rock-alternativo", del indie, del brit-pop, de la new wave de la new wave, del post-rock y de la vuelta del rock, regresaron los instigadores y culpables de muchos de todos estos estilos, que nos han hecho disfrutar (o no) durante todo este tiempo y lo hicieron a lo grande, demostrando quienes fueron, y callando la boca a esa gente que aún los tacha de sobre valorados... ¡Gigantic!

Fotos: J.F. León

Autor: José Luis Fernández

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